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Eppur si muove! El caso Galileo (y XI)

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  Como seguramente habrás oído, Eppur si muove!  (y, sin embargo, se mueve) es aquello que, según la leyenda, dijo Galileo justo después de su juicio en 1633. Parece ser que la frase es inventada y, en cualquier caso, no parece que tenga mucho sentido que Galileo haya sido tan imprudente como para pronunciarla delante del tribunal. Pero, sea como fuere, a mí me sirve la frasecilla para decir que, aunque sabemos que gran parte de lo que se dice de Galileo es un mito, la polémica sobre el tema  eppur si muove ... En los capítulos anteriores hemos visto cómo, acudiendo a las fuentes, gran parte de la leyenda negra sobre Galileo y la Inquisición no es realmente cierta. En el 1633 Galileo no fue condenado por sus ideas científicas, sino por haber desobedecido a la orden que recibió en 1616. Y cuando el tribunal del Index estudió el copernicanismo, no lo condenó por ser contrario a la Sagrada Escritura, sino porque, en la opinión de una serie de científicos consultados, no se sostenía cien

Monólogo sobre dos sistemas del mundo. El caso Galileo (X)

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  En el año 1632 la mayor preocupación del Papa Urbano VIII no era precisamente el movimiento de los astros. La guerra de los treinta años (1618-1648) estaba en pleno auge y Roma se encontraba en la casi imposible tarea de poner de acuerdo a España y Francia. Como sabrás, al país galo no le hacía ninguna gracia estar rodeado por vecinos fuertes, y veía encantado que los estados alemanes y los Países Bajos se rebelaran contra España. Por eso mismo, y a pesar de ser un país católico, Francia defendía los intereses de los protestantes del norte de Europa. Por su parte, el Estado Vaticano intentaba ser neutral, algo que no le hacía ninguna gracia a España: los íberos pensaban que Roma debería apoyar a la católica España frente a los protestantes. Tanto es así que, el 8 de marzo de 1632, el cardenal español Gaspar Borgia acusó públicamente a Urbano VIII de no defender la fe católica con la claridad suficiente. Como ya imaginarás, en esta tensa situación, el pobre Papa se veía especialmente

Mareado por las mareas. El caso Galileo (IX)

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  Tras el éxito que tuvo su obra  Il Saggiatore , alabada por el mismísimo Papa, el prestigio de Galileo como científico y escritor subió como la espuma. Muchos le consideraban uno de los sabios más importantes de la época, y no sin razón. Y es que, cosas de la vida, en los años que siguieron al proceso de 1616, Galileo abandonó la física del Cielo y se concentró en la física de la Tierra y aumentó bastante su producción científica. Fue en esos años cuando desarrolló gran parte de la mecánica y de las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos, que nos permiten hablar de él como uno de los principales precursores de Newton. Pero no obstante, el toscano siguió durante todos esos años buscando la demostración científica que le permitiera sostener con contundencia la teoría heliocéntrica de Copérnico. Y, como él mismo cuenta, durante un viaje por río encontró de casualidad lo que podría ser la prueba definitiva.  Galileo se encontraba en una barcaza que transportaba, entre otras cosas,

El proceso desconocido. El caso Galileo (VIII)

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En la primera entrada de esta serie sobre Galileo, hablamos de cómo en 1998 se encontraron ciertos papeles que daban nueva luz sobre el tema que nos ocupa. Hasta que esos documentos salieron a la luz, se pensaba que Galileo había pasado por dos procesos, uno el de 1616 –aunque, como vimos  aquí , no le afectó directamente– y otro en 1633, del que hablaremos más adelante. Pero aquellos pergaminos mostraban que la Inquisición se interesó en una ocasión más por las ideas del toscano, en los años veinte del siglo XVII. Se trata de un proceso algo especial, pues no solo era desconocido para los historiadores, sino que fue llevado con tal discreción que no se enteró nadie; ni siquiera el propio Galileo... *   *   * Ya vimos en la entrada anterior que el comportamiento de los cometas ponía en serios apuros la teoría de Galileo, mientras que daban fuerzas al modelo de Tycho Brage, al que seguían grandes y muy influyentes astrónomos de esa época. Pero Galileo –curiosamente– negaba la existenc

Galileo, Brahe y los astros con melena. El Caso Galilieo (VII)

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Durante el año 1618 visitaron nuestro planeta tres cometas. Como sabes, un cometa es uno de los astros más vistosos del universo, debido sobre todo a su hermosa cola o cabellera, a la que le deben su nombre: comae , en latín, significa cabello... Esa melena , como tal vez sepas, no sigue la trayectoria del cometa, sino que siempre está apuntando en dirección contraria al Sol, ya que es arrastrada por lo que llamamos el viento solar. Lo cual tiene un enorme interés, como veremos, si Dios quiere, en otra entrada. La astrología, propia de adivinos y esa gente, consideraba que los cometas eran mensajeros de mal augurio. Y en este caso, no les faltaba razón: precisamente por esas fechas empezó la Guerra de los Treinta Años; casualidades de la vida. Sea como fuere, es caso es que en 1618 los cometas estaban de moda –eran trending topic – y muchos sabios hablaron sobre ellos. En concreto, el Colegio Romano –la universidad de los jesuitas– organizó cuatro conferencias sobre el tema, dictadas p

Condenado por falta de pruebas. El Caso Galileo (VI)

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El 12 de abril de 1615, el cardenal Roberto Belarmino escribió una carta a Pablo Antonio Foscarini, Superior Provincial de los Carmelitas de Calabria y gran amigo de Galileo. El cardenal, respondiendo a una pregunta de Foscarini, da su opinión sobre las ideas de Galileo, varios meses antes de que la Inquisición romana tomara cartas en el asunto. Se trata de un documento de gran interés: es un escrito exento de toda polémica –es más bien una carta entre amigos– y su autor era una de las grandes cabezas de la teología de aquella época: Roberto Belarmino es nada menos que Doctor de la Iglesia. En la carta, el Cardenal sugiere a Foscarini –e, indirectamente, a mismo Galileo– que tuviera la precaución de presentar el heliocentrismo como lo que era realmente: una hipótesis sensata, pero aun sin demostrar.  Pero tal vez sea más interesante lo que dice a continuación: ... si hubiese una verdadera demostración de que el Sol está en el centro del mundo y la Tierra en el tercer Cielo, de que el

El proceso de 1616. El caso Galileo (V)

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Platón y Aristóteles en la escuela de Atenas. Como vimos en la entrada anterior , Galileo tuvo la mala suerte –o la falta de tacto– de proponer sus ideas en un momento de la historia de Europa bastante delicado. Y también tuvo la falta de tacto –o la mala suerte– de defender sus teorías de una forma que resultó ofensiva para personas influyentes. El caso es que la denuncia contra Galileo fue "admitida a trámite" por el Santo Oficio y se constituyó un tribunal con la idea de juzgar si sus afirmaciones se oponían a la Revelación o no. Aquí hay una cosa que merece la pena destacar. Como hemos señalado,  Galileo consideraba que sus observaciones permitían concluir que las ideas de Aristóteles –que en aquel momento defendía casi todo el mundo– estaban equivocadas. Comprobar que la Luna y el Sol no eran esferas perfectas formadas por una misteriosa  quintaesencia fue un duro golpe para la física que enseñaba el griego. Y lo mismo se podría decir respecto a los descubrimie