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Mostrando entradas de octubre, 2019

¡Te pillé, Darwin! Intelligent Design (II)

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Si llevas algo de tiempo siguiendo este blog, sabrás que Darwin es uno de mis ídolos. Me parece un grandísimo científico, que realizó –con rigor y profundidad– una inmensa tarea de análisis de las distintas especies antes de proponer su teoría. Además, como vimos en  esta otra entrada , supo reconocer los límites de su estudio y, aunque se declaraba agnóstico, tuvo la honradez de dejar claro que su teoría era perfectamente compatible con la fe en un Dios Creador. En este contexto, no deja de ser admirable que el mismo Darwin quisiera mostrar la forma en que se podría probar que su teoría era falsa. Como lo oyes: con una valentía bastante loable, en su libro “El origen de las especies” escribe lo siguiente: “ Si se pudiera demostrar la existencia de un órgano complejo cualquiera, que no haya podido ser formado por modificaciones numerosas, sucesivas y ligeras, mi teoría se desmoronaría ”. Así de claro lo dice. Por supuesto, esta afirmación fue un caramelito para todas aqu

El día en el que pensé que me echaban. Intelligent Design (I)

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Como alguno de mis lectores sabe, presenté mi tesis doctoral de filosofía en Roma, el año 2011. Me la dirigió el profesor Miguel Pérez de Laborda, a quien debo mucho y mando desde este humilde blog un fuerte abrazo. Reconozco que su título –El argumento teleológico del Intelligen Design – no tiene mucha pegada, es verdad. Pero, qué quieres que te diga: a mí me gusta. Un chascarrillo sobre el título. Cuando mandé la tesis a la imprenta, al pasarme las pruebas para revisarla, me dijo el técnico que habían "corregido la errata de la portada": pensando que era un error, habrían escrito argumento "teológico", en lugar de "teleológico". Gracias a Dios, llegamos a tiempo para corregirlo y todo salió bien... El caso es que mi tesis, que empezó siendo un análisis del argumento del  Intelligent Design  para demostrar la existencia de Dios , se acabó convirtiendo en una critica –constructiva, espero– a las ideas de este movimiento. Ya hablamos un poco

El inventor del chiste

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–Oye: ¿te sabes el chiste del cerdo y el mono? –Pues claro que sí. Todo el mundo lo sabe. –Sí, la verdad es que está muy extendido –A mí me lo han contado hace tiempo –A mí, ayer mismo. –Se ve que es la típica cosa que va de boca a boca, pasando de unos a otros. –Pero la verdad es que el tipo que se lo inventó debe de ser alguien con sentido del humor. –¿El que lo inventó? Yo no sé quien lo inventó. A mí me lo contaron. –Sí, ya lo sé. Pero alguien lo habrá inventado ¿no? –Bueno, no sé decirte. Si hubo un inventor que fue la primera persona que contó el chiste, entonces ¿quién le ha contado el chiste a ese inventor? –Emm... nadie... Lo inventó él ¿no?; por eso se le llama "inventor". –Ya, pero, alguien se lo habrá contado –Pero vamos a ver: estamos hablando del tipo al que se le ocurrió el chiste. No ha necesitado que nadie se lo contara... Simplemente, lo inventó. –Ya, pero, ¿quien le contó el chiste al inventor? –O sea, te explico: el invento