La estrella de Belén



El 6 de enero la Iglesia celebra la llegada al portal de Belén de los Magos de Oriente, aquellos estudiosos de las estrellas que viajaron desde lejanas tierras para visitar al Niño Jesús. Poco sabemos de ellos. Una antigua tradición afirma que se trataba de tres personas, pertenecientes a cada una de las razas conocidas: asiática, europea y africana. Pero, ¿qué sabemos de ellos con seguridad? Pues lo que dice el evangelio de San Mateo:

"... unos Magos llegaron de Oriente a Jerusalén preguntando: –¿Dónde está el Rey de los Judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle (...). Ellos, después de oír al rey se pusieron en marcha (hacia Belén). Y entonces, la estrella que habían visto en el Oriente se colocó delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el Niño".

La palabra que emplea Mateo para referirse a ellos, mágoi, generalmente se empleaba para referirse a los intelectuales de origen persa. Fijándonos en el Evangelio, podemos pues deducir que eran sabios, que venían del Oriente y que se presentaron en Jerusalén porque buscaban no un rey cualquiera, sino al rey de los judíos. Y, por supuesto, que viajaron a Jerusalén porque habían visto una estrella.

No tenemos mucho más que decir de los Magos, pero sí que podemos preguntarnos por la estrella que les llevó hasta Belén. ¿Fue realmente un fenómeno astronómico lo que hizo que estos sabios emprendieran el camino? Y, si así fue ¿de qué se trataba?

Son varios los candidatos a ser la estrella de los Magos. La iconografía suele representar la estrella de Belén con cola, lo que nos hace pensar en un cometa. Pero hay que tener en cuenta que los cometas no son algo tan excepcional. Si es cierto que los Magos eran astrónomos, desde luego no les habría extrañado demasiado la aparición del cometa Halley, que era bastante conocido. Sí les habría llamado la atención el haber visto el Hale-Bob, mucho más grande y brillante, que pasó precisamente por esas fechas. Pero cuando nos visitó en esa ocasión, el cometa estaba muy lejos de la Tierra y no pudo ser visto. En cualquier caso, no parece que un cometa sea un acontecimiento suficientemente extraordinario como para que unos estudiosos emprendieran un largo camino hacia Belén.

¿Qué fue entonces? ¿Ocurrió algo excepcional en el Cielo en los años cercanos al nacimiento de Cristo? Pues la respuesta que nos da la astronomía es positiva. Es más: por esa época no pasó solo una cosa peculiar sino que se produjeron tres fenómenos curiosos. 

El primero de ellos tuvo lugar en marzo del año 7 antes de Cristo. Durante esos días se produjo una asombrosa conjunción de Júpiter y Saturno. Como sabes, de vez en cuando los planetas se cruzan y, en algunas ocasiones, puede darse que ambos se vean como un único planeta. En esa época, Jupiter y Saturno aparecieron lo suficientemente juntos como para que pareciera que Júpiter se había "comido" a Saturno, presentándose a los ojos de los que miraban como una única estrella con el resplandor sumado de los dos planetas. Además, la conjunción del año 7 aC no fue como las demás, si no que presentó tres peculiaridades. En primer lugar, ambos planetas estaban especialmente cercanos a la Tierra, lo que hacía que se vieran mucho más brillantes de lo normal. En segundo lugar, se trató de una conjunción triple. Debido al movimiento conjugado de Júpiter, Saturno y la Tierra, pareció que, en su camino por el Cielo, Júpiter adelanta a Saturno, ocultándolo;  luego Saturno sobrepasaba a Júpiter y, por último, Júpiter acababa ganando la batalla. Y por último, esa triple conjunción se produjo precisamente en la constelación de Piscis. ¿Y eso que tiene de asombroso? Pues simple y llanamente que, para los Persas, la constelación de Piscis representaba a Israel...

Total: que en el año 7 aC los astrónomos pudieron ver en el cielo que Júpiter (que para ellos representaba el bien) "luchaba" y vencía a Saturno (que, ya lo habrás adivinado, representaba el mal para los Persas) y todo ello precisamente sobre la constelación que hacia referencia a Israel... Vamos, que alguna pista tenían...

El segundo fenómeno curioso que pudieron observar, algunos meses después, fue la ocultación de Júpiter tras la Luna. No es muy frecuente, pero de vez en cuando pasa que la Luna tapa algún planeta. Y lo importante es que, como la Luna sigue su camino, al rato el planeta ocultado vuelve a aparecer por el lado opuesto: vamos, como si la Luna "diera a luz" a un planeta... Por eso, las ocultaciones de planetas por parte de la Luna, se veían asociadas a nacimientos ilustres, de reyes o personas importantes. En el año 6 aC eso pasó con Júpiter. Si, si, el mismo que unos meses antes anunció que lucharía contra en mal en Israel. La verdad es que tanta coincidencia era como para que Melchor empezara a ponerse nervioso...

Y, por último, el pistoletazo de salida: poco después de la ocultación de Júpiter, ya en el año 5 aC –que es la fecha más probable del nacimiento de Jesús– tuvo lugar la aparición de una estrella completamente desconocida, justo a lado del Sol, es decir hacia el Oeste. En efecto, los astrónomos chinos y coreanos recogen la aparición de una estrella, nueva y extraordinariamente brillante, que podía verse hacia occidente poco después de la puesta del Sol. Según indican, apareció de repente, y desapareció sin más pasados 70 días. 

Hoy sabemos que lo que observaron los astrónomos del Extremo Oriente fue nada menos que una supernova, es decir, la violenta explosión de una estrella al final de su vida. Como te imaginarás, una supernova no es una explosión cualquiera: se trata de uno de los fenómenos más violentos que se dan el en Universo. Si la estrella tiene planetas, estos son literalmente desintegrados. Afortunadamente, desde la Tierra, lo único que se notó fue el resplandor de la explosión. A la vista parecería como una estrella muy luminosa. Una estrella nueva, que antes no estaba ahí. Es decir: una estrella desconocida y excepcionalmente brillante que, todos los días, durante setenta jornadas, aparecía al Oeste de Persia –donde estaba Judea– para, poco tiempo después, ocultarse bajo el horizonte. 

Vamos, que es razonable que un grupo de sabios que vieran esa concatenación de eventos decidieran ponerse en marcha, siguiendo la estrella, y buscando a un recién nacido del pueblo de Israel. 

Pero, claro: la estrella que seguían era una supernova, que tiene el problema de todas las supernovas: acaba apagándose. En efecto, los astrónomos chinos que anotaron su aparición especificaron qué brilló durante 70 días. Es lógico pues que los pobres Magos “perdieran” la estrella que les guiaba. Pero, afortunadamente, sabían que lo que buscaban era un rey de Israel y, por eso, fueron al palacio de Herodes, preguntando si había nacido un nuevo heredero.

Herodes, como sabemos, les dijo que fueran a Belén. Y, una vez en marcha, “la estrella que habían visto en el Oriente se colocó delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el Niño". Espera, espera: ¿cuál de las estrellas? Teniendo en cuenta que Belén esta al Sur de Jerusalén, no parece que la supernova, que se supone que ya estaba apagada, fuera la que les volvió a indicar el camino: sabemos que se encontraba cerca del Sol, al Este… Es interesante que, cuando Mateo habla de esa nueva aparición de la estrella, se refiera a aquella que los Magos habían visto en Oriente… ¿Qué cosa habían visto en Oriente y que, además, podía colocarse delante de ellos indicando hacia el Sur? Lo has adivinado: seguramente se trataba de Júpiter, que, como buen planeta, no solo puede aparecer por donde le da la gana si no que además puede pararse en el Cielo. Y, de hecho, lo hace de vez en cuando. Y tengamos en cuenta que Belén está algo más alta que Jerusalén, lo que facilitaría a Júpiter el trabajo...




Un último dato: sabemos que los Magos burlaron a Herodes, que quería matar al Niño. Según nos cuenta Mateo, al verse burlado, el rey montó en cólera y decidió "matar a todos los niños que había en Belén y en toda su comarca, de dos años para abajo, con arreglo al tiempo que cuidadosamente había averiguado de los Magos". Dos años: precisamente el tiempo que pasó desde la conjunción de Júpiter y Saturno –primer aviso para los Magos– hasta la aparición de la supernova... 

Bueno, pues ésta es una hipótesis sobre lo que pudo ser la estrella de Belén. Como te habrás dado cuenta son simples conjeturas, pero no deja de ser interesante la coincidencia entre lo que nos dice la ciencia astronómica y los sucesos que pasaron en Belén hace ya más de dos mil años. 

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