Un inesperado defensor de la fe
En varias ocasiones me han preguntado sobre la aparente contradicción entre la teoría de la Evolución y lo que dice la Biblia. Ya he explicado en otra entrada que una lectura atenta del relato del Génesis muestra que, estrictamente hablando, no hay incompatibilidad entre ese texto y la Evolución. No obstante, es frecuente que me pidan que aconseje un libro o nombre un autor que hablen sobre esa armonía entre ciencia y fe.
La verdad es que me ponen en un cierto apuro: no es sencillo señalar un escritor entre los muchos y muy buenos que abordan ese el tema. Pero, de vez en cuando, me gusta sugerir los textos de cierto autor inglés. Es cierto que se trata de un científico que escribió hace más de un siglo y que, por tanto, no puede decirse que sus obras sean de "rabiosa actualidad". Pero resulta que el autor del que hablo tiene dos cualidades que le hacen especialmente interesante. En primer lugar, se trata de científico que no es creyente, lo que da sus palabras cierto interés añadido. Y, en segundo lugar, este autor es, sin duda alguna, la persona que mejor ha entendido las ideas de Darwin. Y es que me estoy refiriendo al mismísimo Darwin.
Como lo oyes: no me cabe la menor duda de que una de las personas que con más autoridad ha mostrado la no contradicción entre la creación y el darwinismo es nuestro querido Charles. Te copio un texto que puede sorprender precisamente por su claridad en este aspecto. Se trata de las palabras con las que concluye su obra más conocida, El Origen de las Especies:
Autores eminentísimos parecen estar completamente satisfechos de la hipótesis de que cada especie ha sido creada independientemente. A mi juicio, se aviene mejor con lo que conocemos de las leyes fijadas por el Creador a la materia el que la producción y extinción de los habitantes pasados y presentes de la Tierra hayan sido debidas a causas secundarias, como las que determinan el nacimiento y muerte del individuo (...). Hay grandeza en esta concepción de que la vida, con sus diferentes fuerzas, ha sido alentada por el Creador en un corto número de formas o en una sola, y que, mientras este planeta ha ido girando según la constante ley de la gravitación, se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas las más bellas y portentosas.
¿Qué te ha parecido? Pienso que este texto es bastante claro cuando queremos mostrar la armonía entre ciencia y fe. Como ves, el mismo Darwin señala que la evolución de las especies puede formar parte de un plan del Creador (del Creador de la vida). Darwin, como sabes, se declaraba agnóstico, pero tenía claro que su teoría centífica no contradecía para nada la fe en un Dios creador. En algunas de sus cartas Darwin es bastante claro sobre el tema. Te cito una, dirigida a John Fordyce, del 7 de mayo de 1879:
Me parece absurdo dudar de que un hombre pueda ser un ardiente teísta y un evolucionista. (...) Nunca he sido un ateo en el sentido de negar la existencia de un Dios (La traducción es mía. Puedes leer aquí el original).
A Darwin siempre le desagradó que ciertos autores emplearan su teoría para pretender mostrar que Dios no existía. De hecho, no deja de ser interesante la cita siguiente, en la que habla de que, desde su punto de vista, la contemplación del Universo puede verse como un gran argumento a favor de la existencia de un Creador.
... la imposibilidad de concebir que este gran y maravilloso universo, con nuestro ser consciente, surgió por casualidad, me parece el principal argumento de la existencia de Dios (original aquí).
Pensar que la teoría de Darwin, o cualquier otra teoría científica, pueda utilizarse para argumentar en contra de la existencia de un Creador es algo ridículo. Antes al contrario: lo cierto es que cuanto más avanza la ciencia, más asombroso e inteligible nos resulta este mundo y, en consecuencia, más clara se hace la necesidad de un Creador inteligente.
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